domingo, 5 de marzo de 2017

Ellas tienen chuchis, ellos tienen pitín

En 1965 dos gemelos idénticos, Brian y Bruce Reimer, nacieron en un hospital de Winnipeg, una ciudad en el centro de Canadá. Ambos tenían un problema de fimosis, por lo que los médicos llevaron a cabo la circuncisión de los niños. Era una operación de rutina. Por un error incomprensible, quemaron el pene de Bruce, el cuál no pudo ser sanado y terminó desapareciendo.

Los padres, Ron y Janet, acudieron al Dr. John Money, un personaje conocido por sus "milagrosas reasignaciones sexuales". Era particularmente famoso por ser el creador de la "ideología de género", fundada en la idea de que la identidad de las personas no se basa en sus características biológicas, sino que es moldeada por la cultura vigente y el ambiente en que se desarrolla el individuo. El Dr. Money vio en Bruce el conejillo de indias que necesitaba para poder corroborar esta teoría. Lo operó para que tuviera una vagina funcional y acordó con los padres que fuera criado como una niña. Y es así que Bruce se convirtió en Brenda.

Brenda era una niña que ignoraba las muñecas y prefería jugar afuera antes de permanecer en la casa haciendo "cosas de chicas". En sus años de escuela fue sancionada por su violencia. La llamaban gorila. Le costaba estar con sus amigas y defendía a su hermano en peleas. Se comportaba como un marimacho. La familia visitaba regularmente al Dr. Money para realizar test psicológicos y forzarla a que aceptara a ocupar un rol femenino típico.

Con once años, Brenda comenzó a tener instintos suicidas. Quisieron forzarla a realizar un tratamiento con estrógenos para que le crecieran los pechos, pero ella lo rechazo con la amenaza de suicidarse si la obligaban.

A los catorce años Ron y Janet decidieron contarle la verdad a Brenda. Ella se sintió aliviada al darse cuenta que no estaba loca, ahora entendía lo que le había sucedido. Decidió volver a su identidad masculina. Y es así que Bruce, quien se había convertido en Brenda, terminó siendo David. Debió someterse a una serie de operaciones para recuperar su miembro masculino.

Pero esta historia no tiene un final feliz. Ron, el padre de David, es el único que logró recuperar su vida luego de pasar unos años como alcohólico. Janet, la madre, sufre crisis depresivas regulares. Ambos hijos terminaron suicidándose. La familia pagó un precio demasiado alto por forzar a uno de sus hijos a ser algo que no era.

National Geographic nos cuenta la historia de E (así lo nombran para proteger su identidad) en una de sus ediciones. E había sido identificado al nacer como niña. Pero desde temprana le gustaban el basketball, andar en patineta y los videojuegos. Odiaba ponerse vestidos. Es más, a los 14 años esta joven tenía un traje hecho a medida y una corbata de moño. En la entrevista que le concedió a National nos cuenta: "Sólo pienso que necesito hacer alteraciones en el cuerpo que tengo para que se sienta como el que me siento". Se refería a un cuerpo que no menstrúe, que no tuviera pechos pero que exhibiera una barba pelirroja (como su cabello) ¿En qué se convertiría? ¿Sería un chico transgénero o una mujer andrógina? "Supongo que la gente podrá llamarlo género por definir. Eso suena a algo", responde. Aunque llegará un momento de su vida en que deberá llegar a una decisión.

Estamos viviendo una revolución que está rompiendo con valores tradicionales. Nuestra sociedad tiene una visión completamente binaria de lo que es el género: se es varón o se es mujer. La masculinidad y la feminidad necesariamente se excluyen entre sí. Pero encuestas recientes han revelado que cada vez más personas, especialmente jóvenes, ven al género como un amplio espectro de identidades posibles.

A su vez, también se están poniendo en tela de juicio los roles tradicionalmente asignados a cada género. Aún falta un largo camino por recorrer, pero la imagen de la mujer quedándose en casa mientras el hombre sale a trabajar es cada vez más extraña. También es más común ver a los hombres colaborando con las tareas de la casa o con el cuidado de los chicos. Hoy en día los padres comienzan a enseñarle a sus hijos que no hay problema si tienen ganas de jugar con muñecas y les compran autos de carrera a sus hijas. Está bien que los padres enseñen que no existen "cosas de chicos" y "cosas de chicas", que ellos deben hacer las cosas que los hagan felices.

Recuerdo una vez que tenía ganas de jugar un videojuego de mi hermana. Tenía diez u once años más o menos, pero mi papá no me dejó porque era un videojuego de Barbie (Todo bien papá, estás perdondo!). En el momento me sentí mal, aunque después se me pasó. Pero traigo esto para mostrarles que esta cuestión de "cosas de chicos" y "cosas de chicas", aunque debilitándose, todavía está muy arraigado en las generaciones actuales.

Pero lo verdaderamente importante es que la familia respete la identidad sus hijos cuando éstos se den cuenta que no encajan en la cajita de género definida por nuestra sociedad. Estas personas, generalmente llamadas transgénero (nombre que incluye una gran variedad de identidades distintas entre sí), son más propensas a ser discriminadas y, en última instancia, a intentar suicidarse. El apoyo de la familia es crucial.

Para los padres será una gran frustración ver que sus hijos son rechazados por los demás y es probable que intenten,por su propia desesperación,  forzar a sus hijos para que cambien su forma de ser. Algo que, como ya vimos, daña mucho y no funciona.

Sucede que la identidad de género no son solamente cromosomas X y cromosomas Y. La diferenciación sexual de los genitales se da aproximadamente a los 2 meses del embarazo, mientras que la diferenciación sexual del cerebro se da entre 4 y 5 meses más tarde. Muchas cosas pueden suceder en ese tiempo que pueden más tarde influenciar la identidad de género (Exceso o escasez de hormonas, hormonas disfuncionales, entre otras cosas). El género se vuelve entonces una mezcla de cromosomas, anatomía, hormonas, psicología y cultura. Ésto es sólo un resumen, se puede profundizar en cada uno de estos aspectos para analizar cómo repercuten en el desarrollo de la persona y en la definición de su identidad.

Se probó científicamente que no se pueden forzar cambios ni en la orientación sexual ni en la identidad de género. Es inútil buscar que una persona cambie alguno de estos aspectos.. Intentar forzar el cambio vuelve miserables a unos, que ven que sus esfuerzos no dan resultado, y a otros, que se ven privados de vivir libremente. Es nuestro deber romper con estos estereotipos creados por la sociedad. Probablemente hayan sido útiles en tiempos pasados, quizás para la división de tareas entre hombres y mujeres, no lo sé, pero los tiempos han cambiado y ahora son un obstáculo que nos impiden acercarnos a ser una sociedad verdaderamente libre. Vivamos libres. Vivamos felices.

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